En nombre de Cristo les pedimos que se dejen reconciliar con Dios…
los exhortamos a no echar su gracia en saco roto (2ª Corintios 5,20;6,1)
A toda la familia de Dios que peregrina en la Diócesis de Saltillo.
Saludos fraternos en el Señor Jesús, en quien recibimos la salvación de Dios. Que con su ayuda recorramos el camino cuaresmal hacia la experiencia gozosa de la Pascua.
Deseo motivarlos a vivir esta Cuaresma como una peregrinación espiritual que nos renueve en la vida de gracia como hijos e hijas de Dios, en la vida fraterna y en la vocación discipular y misionera. En este tiempo de pandemia, que pone a prueba los vínculos de unidad y armonía entre nosotros, la Cuaresma es para nuestra iglesia diocesana una oportunidad muy valiosa para dejarnos reconciliar con Dios y aprovechar la gracia de su misericordia que nos ofrece por medio de su Hijo amado.
Para lograr esta renovación espiritual, atendiendo a lo que el Papa Francisco nos comunica en su mensaje de Cuaresma, los invito a:
• madurar en la fe, acogiendo en nuestra mente y corazón a Jesús Verdad;
• vivir en la esperanza cierta de nuestra reconciliación con Dios y con los demás;
• mostrar la caridad, atendiendo a los más necesitados en esta pandemia.
Los Domingos de Cuaresma de este año nos guían en esta peregrinación espiritual. Con Él estamos dispuestos a ir al desierto para confrontar nuestras tentaciones (I); bajo su guía subimos al monte para contemplar su gloria y obtener consuelo en los momentos de prueba (II); movidos por su piedad y cariño filial, nos atrevemos a limpiar de ídolos el templo de nuestro corazón (III); iluminados por la luz de su Palabra vencemos las obras del mal para tener vida eterna (IV); y unidos a Él somos fecundos granos de trigo, que anhelamos morir y resucitar con Él, para dar fruto abundante (V).
Tenemos las tradicionales prácticas cuaresmales de piedad que nos auxilian para mantenernos fieles para llegar a la Pascua. Al inicio, el signo de la ceniza sobre nuestra cabeza nos recuerda nuestra fragilidad y la necesidad que tenemos de arrepentimiento. A lo largo de la Cuaresma, podemos:
• Ayunar: Si bien solamente es obligatorio el Miércoles de Ceniza y el Viernes Santo, los invito a practicarlo con sencillez y bajo la guía del Espíritu, como un ejercicio espiritual que nos ayuda a privarnos de ciertos bienes para estar mejor dispuestos para alimentarnos de Dios.
• Orar: Especialmente les propongo que hagamos una lectura orante de la Palabra de Dios. Cada día de Cuaresma tiene textos bíblicos que nos orientan a Dios y nos invitan a volvernos a Él de todo corazón. Hagamos oración en familia, especialmente bajo la compañía de nuestra Madre María con el rezo del rosario, meditando los misterios que nos dan vida. Procuremos dedicar en familia al menos una hora diaria de plegarias y súplicas al Señor para que nos conceda superar esta pandemia.
• Dar limosna: Practiquemos el desprendimiento generoso de nuestros bienes con el fin de hacer llegar la Providencia de Dios a quienes dudan en su corazón o han perdido la esperanza. Vivamos con sobriedad, gastemos menos en cosas superfluas, compartamos con los que menos tienen.
• Reflexionar y dialogar. Nuestra diócesis ofrecerá los Diálogos Cuaresmales 2021 como un ejercicio espiritual de contemplación a partir de los Misterios Dolorosos de Jesús, con el objetivo de que nos animen a vencer el mal con actitudes positivas que nos dan vida.
Sea esta Cuaresma 2021 una oportunidad para seguir a Jesús y reconocer que en Él encontramos la mejor manera de ser personas fraternas. Aprendamos de Jesús a reconciliarnos y encontrar en cada creyente la bondad que nos une. Preparemos nuestro corazón para que no sea “un saco roto” para su gracia, sino un buen recipiente para anunciar a los demás la Buena Noticia de la salvación en el Señor Jesús.
Que Dios nos bendiga con su misericordia en este camino cuaresmal a la Pascua, para que, unidos a Jesús en su pasión y muerte, tengamos participación en su resurrección. Que la Virgen María y San José nos ayuden y sostengan para mantenernos fieles a Jesucristo.
Mons. Hilario González García
Obispo de Saltillo