Ante la inminente llegada de un nuevo Obispo
«Suscitaré un sacerdote fiel, que obre según mi corazón y mis deseos. Le construiré una casa estable, y caminará siempre en mi presencia». 1 Samuel 2,35
Tanto a Monseñor Vera, quien ha acompañado a nuestra querida Diócesis de Saltillo y Monseñor Hilario González García, quien ha caminado con la Diócesis de Linares, valen estás palabras del Papa Francisco dirigida a obispos Tailandeses y de Asia, el 22 de noviembre de 2019.
«Ustedes cargan sobre sus hombros las preocupaciones de sus pueblos…, al ver el flagelo de las drogas y el tráfico de personas, la necesidad de atender un gran número de migrantes y refugiados, las malas condiciones de trabajo, la explotación laboral experimentada por muchos, así como la desigualdad económica y social que existe entre los ricos y pobres.
Y si, hermanos Raúl e Hilario, en medio de estas tensiones dice el Papa, «está el pastor luchando e intercediendo con su pueblo y por su pueblo; por eso creo que la memoria de los primeros misioneros que nos precedieron con coraje, con alegría y con una resistencia única, permitirá medir y evaluar nuestro presente y nuestra misión desde una perspectiva mucho más amplia y mucho más transformadora». S.S FRANCISCO
A todos, como Iglesia Diocesana, esta memoria agradecida, nos libra, en primer lugar, de creer que los tiempos pasados fueron siempre más favorables o mejores para el anuncio, y nos ayuda a no refugiarnos en pensamientos y discusiones estériles que terminan por centrarnos y encerrarnos en nosotros mismos, paralizando todo tipo de acción.
Al pueblo de Dios en Linares y Saltillo nos toca, como dice el Santo Padre «Aprendamos de los santos que nos han precedido y enfrentaron las dificultades propias de su época» (Exhort. ap. Evangelii gaudium, 263), y permitamos ser despojados de todo aquello que se nos “pegó” durante el camino, y que vuelve más pesado todo el andar.
Somos conscientes de que hay estructuras y mentalidades eclesiales que pueden llegar a condicionar negativamente un dinamismo evangelizador; igualmente las buenas estructuras sirven cuando hay una vida que las anima, las sostiene y las juzga; porque en definitiva sin vida nueva y espíritu evangélico, sin “fidelidad de la Iglesia a la propia vocación”, cualquier estructura nueva se corrompe en poco tiempo, y puede dificultar a nuestro corazón el importante ministerio de la oración y la intercesión.
Este tiempo será de oración por ustedes y de ustedes por nosotros. Gracias por su si vigoroso.